jueves, 11 de junio de 2009

Rabia

En algunas entrevistas de trabajo, años ha, me preguntaron cuáles eran mis virtudes y mis defectos ante un puesto de trabajo. Curiosamente, les decía que tenía un calificativo para ambas, que es lo mismo, y es que soy "demasiado responsable".

Sí, demasiado responsable, es decir, soy una obsesiva con el trabajo bien hecho. Si hay que quedarse más tiempo me quedo, si hay que responder a clientes y jefes, respondo, si meto la pata, lo acepto... en fin, lo que es responsable. Y eso como algo positivo para el trabajo, pero a la vez, negativo: demasiado responsable para delegar en otras personas algo importante, demasiado responsable como para posponer asuntos de mi salud por el trabajo, demasiado responsable...

Hoy, digamos que he perdido un cliente por culpa de que mi jefe no se ha impuesto. Somos dos equipos dentro de la misma empresa que hacemos lo mismo, dirigidos por dos personas distintas; al otro equipo no le ponen trabas porque se saltan las normas, mientras que en el que yo estoy, pasa minuciosamente unos controles que afectan a los cliente, en tiempo, dinero y personal. Y cuando la impotencia me ha dominado, le he echado en cara que por culpa de esa negligencia, TODO VALE, y que ese todo vale hace que mi trabajo no se reconozca. Me ha respondido que mi equipo trabaja mejor que ese otro que nos "ha robado" el cliente. Que me quede con eso. Y que por qué armaba la que estaba armando que: "¿esto es una rabieta de niña chica, estás teniendo una rabieta?".

Ese comentario me ha dolido en lo más profundo de mi ser. Más que nada, porque sé que cada día me dejo la piel en un trabajo que poco reconocen, que soy lo suficientemente tonta como para haber dejado que invadan nuestro terreno, pero que sepan, que entre mis virtudes, también está la de tener muy buena memoria (no se me va a olvidar lo que me han hecho) y ser muy cabezona, y que por lo general, a las buenas soy tonta, pero a las malas puedo ser una gran hija de puta...

Cuando he colgado el teléfono, la rabia y la impotencia me ha invadido, y he llorado de esa misma rabia contenida. Eso sí que me ha dado vergüenza, llorar en mi puesto de trabajo. Pero bueno, será que otro de mis defectos es que me tomo mis trabajo muy a pecho.

Y aunque quede fatal, me autodedico esta canción:



Los desencuentros de la vida hay que dejarlos ya a un lado
y rodearte de quien quieres y te quiere de verdad.
En mi vida YO NO QUIERO MALA HIERBA, MALA GENTE.
No quiero que me quiten la alegria a golpes
que sea un día solo un número más...
la vida es corta como para malgastar...mira de rodearte de...
Buena gente es lo que hace falta en el mundo buena gente
que no te envidien ni te odien, buena gente, que sientas sus raices piel adentro, buena gente,
que no se deje morir por dentro,
buena gente...que no te quiera machacar, buena gente.

1 comentario:

eigual dijo...

Te leía ayer, desde mi trabajo, y hoy te comento desde casa, desde mi ordenador.

Solo quiero decirte, que los trabajos son todos iguales. Y que nos tienen que importar una mierda, por muy responsables que seamos.

Tú haz tu trabajo, lo mejor que puedas. Pero no les regales tus lágrimas, pues no tienen precio alguno, y no te las pagaran como horas extras.

Piensa que todos, absolutamente todos somos reemplazables en los curros de mierda. Y que los jefes son la mayor estafa de la sociedad Europea.

Por eso que, trabaja para vivir. Y vive para ser feliz.

Y te lo dice alguien, super responsable, pero que desde que se aplica esta teoría le va todo mucho mejor.

Un abrazo, mujer!