lunes, 28 de septiembre de 2009

Lunes

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El fin de semana se tornó tormentoso y pasado por agua.

La TV de fondo grita de nuevo la subida de impuestos, y hoy los periódicos una nueva bajada del Euribor. Y en mi cerebro hace clic todo lo poco que sé de economía, y apuesta a que esta no es la solución.

Una subida de impuestos, del impuesto sobre el valor añadido de los productos de consumo, un aumento de IPC, una bajada del consumo, menos ventas, menos necesidad de mano de obra, más impuestos para familias ahogadas... Pero eso sí, baja el Euribor, pero no la vivienda.

Muchos ministerios inservibles, muchos "funcionarios" inservibles, muchas bocas comiendo de la sopa boba, como en mi curro, un enchufado más que le quita la comida a alguien que se lo merece, y no él, un sopla gaitas que no sabe hacer la "O" y al que ya no voy a dejar pasar más los chistes de "mariquitas".

Alemania da un giro a la derecha. Y auguro que a lo que se dice izquierda en España le queda poco en el poder. Da igual quién gobierne, no me gusta ninguno, no me gusta la hipocresía, los ladrones y que me traten como a un número más. Quiero más respeto, al menos a mi reducida inteligencia, dejad de mentir joder.

Dicen que tendemos a decir que en la época que vivimos es cuando ocurren la peor de las desgracias, las peores crisis, y lo peor de todo. Victimistas. Eso es lo que somos. Al menos, dejadme mi derecho al pataleo.

Lunes, comienzo de semana. Una semana que me temo será larga y ardua.

Quiero que vuelva este finde, tiradas en el sofá, viendo pelis de temáticas les, jugando al Little Big Planet con mi mujer, y bueno, el cierre de un finde lluvioso.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Que se acabe el día

2 encuentros
Apenas son las 11 de la mañana y ya estoy deseando que termine, primero, mi jornada laboral, segundo, el día tan de otoño que ha amanecido...

lunes, 21 de septiembre de 2009

Mobbing o acoso laboral

3 encuentros
Mobbing o acoso laboral. Nos podemos plantear alguna vez en nuestras vidas si somos víctimas o no del acoso laboral. Quizá, al principio, pensamos que es que esa persona es borde, que es su personalidad, que es una fase, o cualquier excusa, pero hay que vigilar de cerca y actuar pronto, antes de que nos afecte "demasiado".

Estrategias y modalidades de mobbing:

  • Gritar, avasallar o insultar a la víctima cuando está sola o en presencia de otras personas.
  • Quitarle áreas de responsabilidad clave, ofreciéndole a cambio tareas rutinarias, sin interés o incluso ningún trabajo que realizar («hasta que se aburra y se vaya»).
  • Modificar sin decir nada al trabajador las atribuciones o responsabilidades de su puesto de trabajo.
  • Tratarle de una manera diferente o discriminatoria, usar medidas exclusivas contra él, con vistas a estigmatizarlo ante otros compañeros o jefes (excluirle, discriminarle, tratar su caso de forma diferente).
  • Ignorarle (hacerle el vacío) o excluirle, hablando sólo a una tercera persona presente, simulando su no existencia («ninguneándolo») o su no presencia física en la oficina, o en las reuniones a las que asiste («como si fuese invisible»).
  • Retener información crucial para su trabajo o manipularla para inducirle a error en su desempeño laboral, y acusarle después de negligencia o faltas profesionales.
  • Difamar a la víctima, extendiendo por la empresa u organización rumores maliciosos o calumniosos que menoscaban su reputación, su imagen o su profesionalidad.
  • Infravalorar o no valorar en absoluto el esfuerzo realizado por la víctima, negándose a evaluar periódicamente su trabajo.
  • Criticar continuamente su trabajo, sus ideas, sus propuestas, sus soluciones, etc.
  • Monitorizar o controlar malintencionadamente su trabajo con vistas a atacarle o a encontrarle faltas o formas de acusarle de algo.
  • Castigar duramente o impedir cualquier toma de decisión o iniciativa personal en el marco de sus responsabilidades y atribuciones.
  • Bloquear administrativamente a la persona, no dándole traslado, extraviando, retrasando, alterando o manipulando documentos o resoluciones que le afectan.
  • Atacar sus convicciones personales, ideología o religión.
  • Animar a otros compañeros a participar en cualquiera de las acciones anteriores mediante la persuasión, la coacción o el abuso de autoridad.
Perfil de la Vïctima:
  • El mobbing suele afectar a trabajadores perfectamente válidos y capaces, bien valorados y creativos. Muy frecuentemente se trata de adultos superdotados, de forma que suelen ser, paradójicamente, los mejores de la organización.
  • También se elige a la víctima debido a su juventud, orientación sexual, ideología política, religión, procedencia geográfica, etc.
Perfil del Acosador:
  • El fin último del acosador es el asesinato psicológico de la víctima, y el motivo principal encubrir la propia mediocridad, todo ello debido al miedo y la inseguridad que experimentan los acosadores hacia sus propias carreras profesionales.
  • Es frecuente la actuación de los acosadores en grupos o bandas de acoso, y los actos de hostigamiento suelen ser, como se ha visto, gritos, insultos, reprensiones constantes, humillaciones, falsas acusaciones, obstaculizaciones, bromitas, motes...

Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.

martes, 1 de septiembre de 2009

Septiembre

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En mi vida han existido muchos tipos de septiembres...

Cuando era pequeña, recuerdo que mi abuela vivía en una de esas barriadas que se están perdiendo, donde por las noches, l@s vecin@s sacaban sillas a las puertas, o se sentaban en los escalones, al fresquito. Con un paquete de pipas, o si encartaba, se ponían a hacer chocolate y otros bajaban bizcochos o lo que encartara. Recuerdo que mis padres se compraron un cochecillo pequeño para que mi madre, todas las tardes, después de comer, pudiera llevarnos a la playa de justo debajo del barrio de mi abuela. Se llevaban los botes grandes de suavizantes o botellas de 5 litros de agua, llenas de agua dulce, y la ponían al sol, para que cuando daban las 8 y algo, después de estar arrugaditas mi hermana y yo como garbanzos, al igual que el resto de niñ@s y adult@s, enjuagarnos allí, con el gel y el champú, así, llegábamos al barrio de mi abuela, duchaditas, cambiadas, y a jugar en la calle, hasta que iban, poco a poco, llamándonos por la ventana para darnos la cena. Precipitadamente nos comíamos lo que fuera para irnos de nuevo a jugar.

Luego llegaba septiembre. Los días empezaban a acortarse. L@s niñ@s que venían a pasar el verano en las casas de sus familiares se iban despidiendo, hasta las navidades. Y ahora tocaba estrenar libros, libretas, bolígrafos y a veces hasta uniforme y babi. Reencontrarse con las compis de clases, contar qué se había hecho ese verano. Daba la casualidad que mi familia, hasta que no fuimos más mayorcitas, no íbamos de viaje. Nos quedábamos en nuestra ciudad, ibamos de gira los fines de semana, cuando mi padre podía liberarse de trabajo; pero aseguro que era de las que mejor me lo pasaba en el barrio de mi abuela, pues el resto de mis amigas no podían bajar a la calle a jugar, no iban todos los días a la playa (ellas iban a un club privado, con su piscina), etc...

Recuerdo cómo mi padre, con su máquina de escribir, nos hacía etiquetas con nuestro nombre y curso escolar, y cómo, mis padres, mi hermana y yo, forrábamos los libros. Qué tiempos aquellos cuando yo, me preocupaba por no estropear ni pintar mis libros para que mi hermana, dos años más pequeña que yo, pudiera aprovecharlos. Forrar de nuevo los libros antiguos, echarle un ojo por si estaban muy mal, por si habían cambiado la editorial o algo... Y luego, la sensación de llegar el primer día al colegio. Siempre me ha gustado ir al colegio. Aunque conforme iba creciendo me sentía un poco "diferente", pero bueno, al rato de llegar al patio del colegio, saludarnos, formar la cola e ir a clase se pasaba. Sería que desde pequeña sabía que entendía, no sé.

Cuando fuí adolescente, y pasé a bachillerato (al finalizar la EGB), fué cuando comencé a salir con mi grupillo del colegio. Aún así, en los veranos, continuaba yendo al barrio de mi abuela, a la playa, aunque algunas tardes, sobretodo los fines de semana, salía con mis amigas del cole. Amistades que aún tengo, que conservo, que compartieron momentos como mi boda, como mi salida del armario, como mi vida...

Y bueno, luego están los septiembres de cuando comencé la facultad. Esas colas nocturnas para poder matricularme; los exámenes, pues ya no había forma de librarse de tener exámenes en septiembre. El reencuentro con otras amistades que no veía en verano (estudié en una ciudad diferente a la mía). De nuevo al piso de estudiante. Lo peor era cuando teníamos que buscar una nueva compañera de piso. Uff, la de carteles que pegábamos por las cabinas de teléfono, en las facultades, en los comedores públicos... Y luego las visitas a la casa, las preguntas, y deliberar con quién nos quedábamos. A veces, acertábamos, otras, no, y sufríamos el invierno con alguien que no era muy afín.

Y bueno, luego está el año en que en septiembre aprobé la última asignatura que me quedaba para terminar la carrera. Y luego, comencé a trabajar. En septiembre también. El sentirse diferente porque ya no estudiaba, sino que trabajaba. Y no todas las personas de mi entorno lo hacían. Fué un septiembre lleno de cambios, de chocarse con la realidad de un mundo laboral que no era ni la sombra de lo que pensaba.

Y ahora está este septiembre. Un septiembre que se me antoja diferente. Un punto de inflexión en mi vida. Un septiembre en el que lo vivo en mi propio hogar, con mi mujer, con los nervios de su nuevo puesto de trabajo. Y un primer septiembre con exámenes de nuevo, con un trabajo bastante en condiciones para lo que hay en el mercado laboral... Si miro atrás y hago balance, puedo decir que he evolucionado, crecido (envejecido también), y que soy una persona afortunada.

31 septiembres ya, y casi todos llenos de emociones y experiencias nuevas. Y supongo que aún, me quedan bastantes septiembres que vivir.

PD: no cumplo años en septiembre, que conste.